EL PAPEL DEL MÉDICO
El acto médico se basa en una relación de confianza donde el paciente confía al
médico el cuidado de su salud, aspecto primordial de su vida, de sí mismo. En la
relación entre ambos no puede mediar el pacto de una muerte intencionada. La eutanasia
significará el final de la confianza depositada durante milenios en una profesión que
siempre se ha comprometido a no provocar la muerte intencionalmente bajo ningún
supuesto.
La eutanasia deshumanizará la medicina. Solamente desde el respeto absoluto es
posible concluir que todas las vidas humanas son dignas, que ninguna es dispensable o
indigna de ser vivida.
La eutanasia frenará el progreso de la medicina. Los médicos se irán volviendo
indiferentes ante determinados tipos de enfermedad, no habrá razones para indagar en
los mecanismos patogénicos de la senilidad, de la degeneración cerebral, del cáncer en
estadio terminal, de las malformaciones bioquímicas o morfológicas, etc.
La solución pasa por dar un cuidado integral a quien pronto va a morir, tratándole
tanto sufrimientos físicos como los sufrimientos psíquicos, sociales y espirituales.
Este es el fundamento de la Medicina Paliativa que desde la perspectiva del respeto
absoluto debido a toda persona y ante los límites terapéuticos de la propia medicina,
pasa a controlar los síntomas de la enfermedad, especialmente la presencia de dolor,
acompañando al enfermo hasta la muerte.
¿Qué es la sedación terminal?
“Se entiende por sedación terminal la administración deliberada de fármacos para
producir una disminución suficientemente profunda y previsiblemente irreversible de la
conciencia en un paciente cuya muerte se prevé próxima, con la intención de aliviar un
sufrimiento físico y /o psicológico inalcanzable con otras medidas y con el
consentimiento explícito, implícito o delegado del paciente”. El recurrir al
consentimiento implícito o delegado cuando el paciente puede conocer la información
quita al moribundo su derecho a afrontar el acto final de su vida: la propia muerte. La
familia y el médico suplantan y despojan al enfermo del conocimiento de esta decisión.
El verdadero respeto a los derechos del paciente pasa por hacerlo partícipe de las
decisiones sobre su vida, aunque éstas hayan de pasar por una información
desagradable.
1. El fin de la sedación sea mitigar el sufrimiento.
2. La administración del tratamiento busque únicamente mitigar el sufrimiento y no
la provocación intencionada de la muerte.
3. No haya ningún tratamiento alternativo que consiga lo mismos efectos
principales sin el efecto secundario que sería el acortamiento de l vida. Entonces
la acción es correcta y éticamente aceptable.
La sedación terminal es correcta únicamente cuando se busca mitigar el sufrimiento
del enfermo y no cuando la finalidad es acelerar su muerte. En este caso se trata de
eutanasia activa.
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